TRADUCE MI NOVELA ♥

domingo, 2 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 5

-Abie, tú has votado que sigamos con nuestras vidas. ¿No te parece buena idea acabar con todo esto?- pregunta Niall, intentando sacar conversación de vuelta a casa.
-Simplemente dudo que sea Ilenia la causante, eso es todo.-responde, sin tono en la voz.- No quiero que Jenn se meta en problemas por nosotros cuando apenas la hemos conocido, ¿comprendes?
-¿No crees que sea?¿Y quién puede ser?
-No tiene porque ser nadie. Porque, ¿qué ganan con destrozarnos nuestra joven vida, dime? No tenemos enemigos. Suficiente tengo con tus fans que se meten conmigo, con Aly y con Cynthia; con mis pocas fans que no aceptan nuestra relación. Mis problemas personales que, aunque no lo parezca, son mucho más duros de sobrellevar que cualquier otro problema.
-Y este es el problema del que nos ha hablado Cynthia: cada uno tiene los suyos pero nos une el que somos amigos y nos afecta al fin y al cabo a todos, cielo.-Niall intenta convencer a Abie de que Ilenia es posiblemente la responsable, pero la jugada no le está funcionando.
-Hm... puede. ¿Podemos cambiar de tema?-él asiente.
- Verás...es que... estos días no te concentras en nada. No tenemos una cita desde hace meses, y... nos estamos separando.
Abie no responde. Le mira y sonríe agachando la cabeza. Chasca los dedos y Niall se estremece, porque tiene grima a ese tipo de cosas.
Cuando llegan a casa, no dicen palabra. Niall termina de recoger todas sus cosas y va a la habitación de Abie que está durmiendo porque es de noche, la besa en la frente y la arropa bien en sus sábanas blancas y con la manta azul claro.
Sale de su antiguo apartamento y se dirige al suyo, pensando en si Abie va a dejar las drogas por sí sola, o si va a necesitar ayuda profesional. Pero no vale la pena pensar en ello, así que aparta ese pensamiento de su mente.
Abie se despierta bien arropada y cálida. Niall, es en lo primero que piensa nada más despertarse. Sonríe con ese pensamiento y la imagen de cuando subió a su terraza solo para quedar con ella le viene a la cabeza. Esa cita al final no se realizó. No hemos tenido una primera cita oficial. Y él tiene razón: nos estamos distanciando. Una lágrima le recorre desde el ojo derecho hasta la oreja correspondiente pero sin llegar a ella del todo, porque cae en la almohada rosa claro, por estar todavía tumbada y bien arropada.
Se levanta y se prepara un té de frutas del bosque con un buen chorro de limón y dos pastillas de edulcorante, como a ella tanto la gusta. Se lo bebe a sorbitos sentada en el sofá con las piernas cruzadas y con una manta azul por la espalda, mientras la taza le quema las palmas de las manos y su contenido le arde la lengua haciendo así que no pueda sentir mucho el sabor del resto del líquido.
Se viste con un vestido blanco casi sin mangas que terminan en hilos sueltos y un cinturón grueso marrón, y unos zapatos de tacón alto marrón claro; un gorro de lana sin bola que le cuelga, y al ser beige contrasta muy bien con el pelo casi negro de la muchacha.
Mete las llaves adornadas con muchos llaveros en su bolso grande blanco, junto con el teléfono móvil y un libro que está leyendo. Sale de casa cerrando de un portazo la puerta blanca blindada del apartamento de tamaño grande que está en las urbanizaciones ricas de Londres.
Arranca el coche que hace menos de un mes se ha comprado, y es de color gris azulado, y no sabe a dónde se dirige.
Abie Donovan. -oye-  Abbigail Jhonson. -vuelve a oír- Tú sabes perfectamente donde debes ir: en el lugar donde te sientes segura, donde te reencuentras con aquellos a los que amas, donde te puedes vengar sin hacer daño alguno. Ve. Tú sabes bien donde. Abie niega gritando un 'no' con todas sus fuerzas. Sabe que debe controlarse y no volver a caer en la tentación de volver a drogarse por culpa de las malditas manipuladoras voces. No puede.
Ve. Debes disfrutar. Ahora es el momento. Ve. Una vez más, ella grita un 'no' doblemente alto para que esa voz, provenga de provenga la oiga y la deje en paz de una miserable vez. ¡Qué vayas dije! 
-¿Papá? -Abie se desconcierta, cierra los ojos y lo sabe; se ha dado cuenta de donde provienen las voces. Hasta ahora no lo sabía porque hace muchos años que no oía la voz tranquila de aquel señor. La última vez que le oyó tenía la voz quebrada y muy ronca, y cuando se fue la gritó; gracias a ese grito le ha reconocido. No se da cuenta de que en el tiempo que ha pensado en si es su padre o no, ha chocado contra una cafetería que la pared que daba a la calle era de cristal y con el coche lo ha roto en mil pedazos. Ahora está inconsciente con la cabeza  apoyada en la bolsa de aire que es el 'airbag' que la ha salvado la vida. 
En unos 5 minutos más o menos reacciona. Levanta la cabeza aturdida; mira a través de la ventana y ve que un coche patrulla y una ambulancia se acercan. Ve a una multitud agrupándose alrededor de su coche cubierto de pequeños trozos de cristal. 
Sale del coche disparada. Corre y a nadie le da tiempo a reaccionar y a frenarla antes de que se tropiece y se rasgue las rodillas desnudas. Ha perdido el gorro; el bolso lo ha dejado en el coche y no puede llamar a nadie para que la ayude. Y vuelve a oír a alguien a quién esta vez hace caso. Ve allí. Sabes que ahora lo necesitas. No rechaces esta ayuda. 'Soy una idiota', piensa sobre sí misma. Niega con la cabeza mientras corre intentando limpiarse con la mano las lágrimas que le caen con el agua de un grifo, pero no puede con algunas, que gracias al viento que choca contra Abie, recorren el lateral de cada ojo llegando hasta la zona de encima de la oreja de la que salen disparadas hacia la nada que es el mundo en este momento para la muchacha de blanco y un poco de marrón que parece un fantasma por la velocidad que lleva. Se rompe un tacón.
-¡Mierda!-grita para sí misma mientras cae al suelo sin un poco de protección en la cara. La nariz le sangra. El pelo que normalmente lo tiene liso está completamente enredado. 
Se levanta como puede, se quita los tacones, y se apoya en una esquina de un edificio de la calle 'Amsburg' que es de ladrillo rojizo. Siente las piedrecitas del suelo a través de sus finos e hidratados dedos de los pies, que tienen las uñas limpias y bien cortadas. ¿Vas a ir? Tienes que ir. Ve. Asiente. Coge fuerzas y vuelve a correr. Ahora ya no son las lágrimas las que tiene que limpiar, si no la sangre de la nariz, que ya no es un poco, ya se ha convertido en una hemorragia, y no es nada bueno, porque la rodilla izquierda también le sangra. Su vestido blanco, ya no lo es. 
La gente se para a mirarla, a observar como corre un fantasma de blanco, con pelo negro (para ellos) y con la piel del color de la porcelana pura, que ahora tiene manchas rojas. Una de las personas que la miran en una calle cerca de su antigua instituto la reconoce, porque él estaba enamorado de ella antes de que Abie decidiera abandonar los estudios.
-¡Abie!-la chica corre medio segundo más y se para en seco, dándose cuenta del escozor que tiene en la planta de los pies porque están sangrando también; ha reconocido la voz.
Se da la vuelta lentamente y ve que su antiguo compañero corre hacia ella preocupado y palideciendo al ver el rostro asqueroso que tiene la también conocida 'Abbigail Jhonson'.
-Héctor... 
-¿Qué te ha pasado?¿Por qué estás en este estado?
-N-no... no te lo puedo explicar ahora. Tengo bastante prisa.
-Te puedo llevar si quieres.
-No gracias puedo llegar yo sola.
-Pero Abie, ¿no ves que sangras y estás herida?
-¡Qué me dejes!-en este momento sale corriendo de vuelta.
Ya no sabe ni dónde se encuentras, ni si está en la dirección correcta. La vista se le nubla y rompe a llorar como un bebé, mientras se sacude y solloza.
Después de una media hora de correr sin parar, cosa que ella no se cree porque nunca ha sido muy buena en educación física, llega a su destino.
La gente la saluda, porque ya la conocen. Abie negocia con un señor joven y al final éste le da un sobre lleno y blanco a cambio de su pulsera de oro.
Se inyecta con una jeringuilla que ha pasado por manos de todas las personas presentes (unas 20 personas) que puede contener un montón de enfermedades contagiosas, pero que en este preciso instante no la importa.
Se pone toda la bolsa, y antes de olvidarse del mundo completamente pide otras dos bolsas más y se las mete en las venas que se le hinchan. Las pupilas se la dilatan haciendo que todo se vea borroso y entre de lleno en su mundo, en el cual ella solo quiere volver a ver a su madre en aquella extraña caja blanca. Pero se olvida de una cosa: si toma demasiado, puede entrar en un coma etílico sin poder llegar a ver nada de la caja. 
Y es exactamente lo que la acaba de suceder.

1 comentario:

  1. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ABIE!! NO LO HAGAS!!! POR QUE LO HAS HECHO!! pero hector se preocupó aldfkajñsldfa, asqueroso padre y maldita distacia entre Abie y Niall :'(

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